martes, 13 de septiembre de 2011

Hay una luz que nunca se apaga

No siempre he tenido esta zona
media, aquí antes había más de
110 centímetros de grasa.
Otra vida, otro cuerpo.
Os escribo esta entrada justo después de terminar las traducciones de la parte americana de la revista IRON MAN. Sí, además de columnista y colaborador mensual del magazine me encargo del trabajo más oscuro. Si le sumo 5 horas diarias de traducciones durante 2 semanas a las 12 horas de trabajo diario como Entrenador Personal, podéis echar cuentas (y aún me queda un momento para reunirme con todos vosotros en este pequeño y cálido rinconcito de la red).

Confuncio decía: “Busca un trabajo que te guste y no trabajarás un solo día el resto de tu vida”.

La mayoría de vosotros no lo sabéis, pero no siempre me he dedicado a este mundo, he sido tapicero, instalador de sistemas de aires en yates de lujo con 16 años (suena mejor de lo que era, aunque disfrutaba por la simple compañía de mi jefe Sam, un irlandés al que debo gran parte de mi personalidad, además de mi conocimiento en Inglés) y finalmente fui Policía Local. No amaba ninguno de esos trabajos, y cada día era un trago obligatorio que pasar, lo admito, hubo una larga época de mi vida donde levantarme de la cama por la mañana era poco menos que una proeza. Sobretodo cuando ejercía de Policía Local, posiblemente la peor época de mi vida. No me habríais reconocido. Era la amargura hecha carne y huesos, y mucha, mucha grasa. Yo he llegado a pesar 100 kilos, y no precisamente de músculo. He sido un poli gordito e infeliz. Me hizo falta muchas agallas y una apuesta personal de Xisco Serra para dar un vuelco a mi vida, y a mi mentalidad.

Los que me conocen bien saben que hubo unos años donde me podía pasar todo el día durmiendo, perreando, comiendo y jugando a la playstation. Los que me conocen aún mejor saben de una parte de mi vida mucho más oscura.

Pues bien, con esto os quiero decir que nadie está condenado a tener que seguir una vida que no le llena, SIEMPRE podemos cambiar, como suelo decir “hay una luz que nunca se apaga”. Sólo tenéis que estar atentos a la oportunidad, y si no aparece, debéis crearla. Hoy un cliente con algún problema personal me ha dicho que ojalá pudiera robarme algo de mi cerebro, lejos de sentirme halagado le he dado un buen sermón. La fortaleza mental no viene de serie, se entrena como se entrena el pectoral o el bíceps, con constancia, aprendiendo de lo que se hace mal, a base de esfuerzo, lesiones, sufrimiento y capacidad de superación.

Es muy fácil decir “es que yo soy así”. NO. No caigáis en lo fácil y cobarde. La vida es vuestra y siempre tendréis la oportunidad de decidir qué hacer y cómo ser.

Soy el mismo de siempre, pero he tenido épocas de mi vida dónde mi verdadera personalidad estaba tan escondida que tengo la sensación de haber estado sumido en un sueño profundo durante muchos de mis 27 años de vida.

No consintáis pasar los mejores años de vuestra existencia durmiendo, vivid, no sólo existáis.

Joan Gallardo. Fuerza, Motivación e Inspiración.

Ahora sabréis de dónde saco la frase "Hay una luz que nunca se apaga". Obra de arte de la historia de la música.

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