domingo, 11 de septiembre de 2011

11-S

A veces no nos damos cuenta de la magnitud de los acontecimientos en su primer momento, a veces no nos damos cuenta hasta años después, también debo decir que hay personas que nunca son consciente de lo que realmente ocurre a su alrededor.

Casi me veo obligado a escribir estas líneas cuando hoy hace 10 años, en estos precisos momentos, dos aviones pilotados por islamistas extremistas colisionaban contra el World Trade Center. Otro se estrelló contra el Pentágono y el tercero cayó en medio de una llanura después de que la tripulación de dicho avión luchara contra los terroristas para desviar el aparato de la Casa Blanca o del Capitolio. Ese día murieron más de 3.000 personas inocentes, seres humanos, gente que en su mayoría iba a trabajar. Una vez leí un estudio que sugería que por cada persona que muere en circunstancias inesperadas, 300 personas con relación directa al fallecido experimentan alguno de los diferentes estados de dolor y sufrimiento, pues bien, 3.000x300=900.000 corazones rotos, eso, sumado a la difusión en los medios, millones y millones de almas quebradas. Yo tenía 17 años, y estaba viendo las noticias en directo cuando saltó la noticia. No era capaz de asimilarlo, mi padre, pasó por delante de la televisión y dijo “eso que es, ¿una película?”, yo, poseído ya por mi maldita labia, le dije “Sí, es el drama de la especie humana.” La rabia y el odio me inundaron. Deseaba matar a los terroristas con mis propias manos. Permanecí pegado a la pantalla durante horas, me obligué a ver la realidad, podría haber apagado la televisión, pero quise que mis sentimientos me hicieran madurar un poco más ese día.

Mi rostro permanecía pétreo, mis dientes rechinaban de rabia, hasta que mi rostro rompió en lágrimas en un momento clave, fue cuando la gente empezó a saltar al vacío. Y ya no pude contener el sollozo cuando vi saltar a una madre con su hijo en brazos… Ahora que dentro de un mes y medio voy a ser padre por primera vez, esa imagen se clava en lo más sensible de mi corazón. Jamás había visto tal gesto de amor y protección. Cada vez llegaban más imágenes, bomberos luchando como soldados en el frente de guerra, paramédicos al 120% de su capacidad humana, las torres gemelas desplomándose. Dicen que de un incendio arrasador siempre nace una bella flor. El espíritu de los neoyorkinos se elevó por encima del asesinato cobarde e indiscriminado de 3000 inocentes.

Más tarde, muchas cosas cambiaron, una guerra, política contaminada, hipocresía y ganas de vengarse. Yo las tenía, y las tengo aún, nunca nos podremos cobrar tanto dolor, siempre, poseeré ese odio dentro de mí hacia el terrorismo y deseo que sus fanáticos seguidores tengan una vida infeliz y una muerte lenta y dolorosa.

En la misa en recuerdo de nuestro querido Javi, el cura ha leído un versículo de la Biblia que decía: “hay que perdonar 7 veces 70”. Perdóname Dios, esta vez, deja que guarde mi rencor.

Lamento que hoy no sea una entrada al uso, sobre los temas que suelo tratar, pero ciertas cosas, se vuelven obligatorias, como el recuerdo hacia las víctimas del 11-S.

Descansen para siempre en paz. Joan Gallardo.

Eddie Vedder, líder de Pearl Jam, escribió esta canción pensando en los acontecimientos del 11-S.

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