martes, 29 de noviembre de 2011

Caminar sin saber qué zapatos llevas.

Un estudio de Lewis Terman de 1921 en la Universidad de Stamford sobre 1528 niños superdotados reveló que hay tres factores más importantes que la mera inteligencia cuando se trata de los logros: la seguridad, la perseverancia y la tendencia a definir objetivos.
¿Qué sencillo verdad? “Definir objetivos”. Algo tan simple como saber para qué nos levantamos por la mañana. Para qué vamos a trabajar. Para qué nos peinamos y nos vestimos bien. Para qué vamos a entrenar. Para qué intentamos hacer dieta (y digo intentamos). En definitiva, qué diablos hacemos aquí. Pues bien, algo tan sencillo como saber qué rumbo tienen nuestras acciones es algo casi inaudito en las personas. Recuerdo una vez, hace años, tendría yo unos 20, cuando después de horas clavando grapas en un sofá, me di cuenta de que era muy joven y ya me encontraba haciendo algo que no me gustaba. Me pregunté, ¿Por qué estoy haciendo esto si no me gusta? Sentí tal angustia que acabé en urgencias sometiéndome a un electro-cardiograma.
Existe una película, llamada “Trabajo basura”, que habla sobre ello. En un gran momento del film, el protagonista le comenta a un amigo que si fuera millonario, lo único que desearía hacer es estar tumbado todo el día en el sofá mirando la tele. El amigo le contesta que para hacer eso no hace falta ser millonario. Este hombre no conocía su rumbo, por lo tanto, no podía ni dar un solo paso con sentido. Tenía la utopía de la felicidad como algo inalcanzable y sin embargo la tenía al alcance.
De repente el frío del otoño ha cubierto nuestros huesos de fina escarcha, y nos hemos dado cuenta de que ya no va a volver a hacer calor. La verdad suele ser fría dicen. Observo cómo muchos clientes ya no hacen dieta con el mismo fervor que en junio o julio. Normal. Capas de ropa difuminan nuestra figura, no hay urgencia, no hay amores sueltos que impresionar. Ya no se depilan.
¿Os sucede que ya no podéis seguir la dieta a raja-tabla? ¿El cardio es una odisea por los lares de Dante? Repito, es normal. Lo  que no es normal, es querer dar más que lo que la lógica permite, simplemente no es el momento. ¿Os cuento mi rumbo? Allá voy:
Después de 4 meses de preparación, me he propuesto seguir comiendo sano, pero sin privarme absolutamente de nada de lo que me apetezca, y esto no quiere decir tragar como un desagüe. Quiere decir que cada día como fruta, carne o pescado, verduras, pan, tubérculos y cereales. De toda clase. Y sobre todo, si quiero ir a cenar fuera algún día, voy, sin remordimientos, porque es el momento de hacerlo. ¿Entreno? Sí, más que nunca. ¿Por qué? Porque sin una dieta que no permita un crecimiento muscular, ahora es el momento de mejorar. ¿Que puedo coger un poco de grasa? Sí, dos raciones por favor.
Es el momento de disfrutar de todo, de la Navidad, de entrenar duro, de pasear, de comer lechona y de comer pollo a la plancha, de comer turrón y de ponerle sacarina al café.
Mi rumbo me dice que voy hacia un día feliz tras otro, y no hay mejor forma de ser feliz siempre que intentar serlo día tras día. Definid vuestro rumbo y sabréis, al menos, que calzado poneros.
Yo sé por dónde camino, hacia donde voy y cómo tengo que hacerlo.
Muchas personas que anhelan la inmortalidad no saben qué hacer una tarde de domingo lluviosa.
Joan Gallardo. Fuerza, Motivación e Inconformismo.
Hablando de caminar sin rumbo, aquí tenéis a Chris Martin, antes de que el dinero corrompiera una buena banda de música.

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