martes, 24 de abril de 2012

Cuando rendirse no es una opción.


A veces, los caminos nos pueden llevar a una dulce rendición, hablo de ese lugar donde termina nuestra capacidad, donde podemos decir bien orgullosos “hasta aquí, no me queda ni una gota más que dar”. No hay derrota aquí, hay consciencia de nuestro límite, y eso, no es para nada algo malo, de hecho, os puedo garantizar que será el germen de una futura victoria.

Sin embargo, en la mayoría de casos, ese brusco final en la historia se adelanta, es lo que llamamos, rendirnos.

Normalmente un problema serio tiene pocas soluciones, pero SIEMPRE, siempre las tiene, en el peor de los casos, existe una resolución, una forma de disolver nuestros quebraderos de cabeza. Y no hay más, la ecuación es muy sencilla: para resolver X hay que hacer Y. Ecuación cerrada.

Entonces nos damos cuenta de que para un gran problema necesitamos de una gran solución, de una gran fuerza de voluntad y de un gran esfuerzo. No creo que ninguna situación complicada en toda la historia de la humanidad se solucionara con un pequeño gesto, o dando una patada a una lata. No me imagino a Einstein formulando su teoría de la relatividad en 5 minutos mientras esperaba que empezara su programa favorito de radio.

En nuestro caso, lo tenemos claro, si una persona con sobrepeso desea verdadera y realmente dejar de tenerlo, deberá someterse a una reeducación nutricional y a un plan de ejercicio. NO HAY MÁS. Todas las vueltas que le queráis dar serán un bonito gesto de imaginación fantástica. Dejadlo ya, no hay productos mágicos, las braga-fajas son una capa de pintura verde en un césped con alopecia, la cirugía es cara y peligrosa, no podréis pasar el resto de la vida comiendo alcachofa únicamente y vuestro metabolismo no cambiará de la noche a la mañana.

Sólo un camino posible, si no estáis dispuestos, es que no lo deseáis con la suficiente fuerza, si preferís la comida en abundancia a convivir cada día a gusto con vuestro cuerpo, felicidades, habéis elegido qué vida vivir y yo, eso, lo respeto, a comer amigos.
La elección es vuestra, descubrid
dónde
se encuentra
vuestra fuente de felicidad.

Por otra parte, si ser socio activo de McDonalds sólo os procura 5 minutos de placer por cada 23’55 horas de desazón ante el espejo os tengo que decir que sólo una solución se presenta en el horizonte. Ya lo sabéis, nada de dietas milagros ni prisas, nada de querer arreglar en dos meses lo que hace toda una vida que estáis estropeando.

¿Os sobran 20 kilos y los queréis perder para el 1 de julio? Error.
¿Pensáis que en esa tienda que venden sustitutivos de comidas está la solución? Error.
¿“Pierde 12 kilos en 4 semanas sin ejercicio”? Error.
¿Qué conoces a una que tiene una amiga cuya hermana perdió 20 kilos sin hacer dieta ni ejercicio? Teletienda-error.

No os engañéis, de aquí sólo se sale remando, y se observa mucho mar por delante, pero si algo bueno os puedo decir, es que al final, hay tierra, hay una playa preciosa, llena de arena blanca y palmera que arrojan sombra. Vuestro paraíso.

Esta entrada va dedicada a mi mejor y más antigua clienta. Vamos Martí, ya conoces el camino, y te está esperando.

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