A veces me pregunto qué separa el
fracaso del éxito. ¿Es una pequeña línea la que separa dos palabras tan
cruelmente opuestas? ¿O más bien se trata de una serie de circunstancias
concretas llevadas a cabo a lo largo de mucho tiempo? Prefiero pensar que la
segunda pregunta abarca más respuestas, me niego a pensar que el fracaso y el
éxito sean parientes cercanos.
Muchas veces nadamos entre la
mediocridad pensando que un pequeño cambio conseguirá poner el timón rumbo
hacia cotas más altas, hacia una vida mejor. Creo que en algún momento de mi
renegado pasado llegué a pensar así, o peor. Confiamos en el “efecto mariposa”,
un pequeño vuelo de una mariposa puede provocar un huracán en la otra punta del
mundo. Bueno, yo opino que esta mariposa sufre de egolatría.
No, no puede ser. Quiero pensar que cualquier cosa
buena que nos suceda es la consecuencia de nuestros actos y esfuerzos. Lo
quiero así porque dándole la vuelta a la frase podré ver que si aúno actos +
esfuerzo algo bueno deberá sucederme.
En ocasiones, os confesaré, mi
paciencia irrita. Mi tranquilidad sigue parsimoniosa incluso en los malos
momentos. Siempre que me enfrento a una situación complicada me obligo a
pensar: “vale, no pasa nada, si me encuentro en esta tesitura es porque algo en
algo muy bueno tiene que desembocar.” Hasta ahora, SIEMPRE, he tenido razón. Si
en alguna de esas situaciones hubiera empezado a encabritarme o a ponerme
nervioso, el destino me habría dado la espalda. Si ante una situación negativa, mostramos una
actitud igual, el resultado será terrible. No puedo evitar aplicar la lógica
más simplista a esta ecuación. Si alguien me da una bofetada y yo le doy otra,
seremos dos personas magulladas. Fatal.
Si Lance Armstrong, ganador de 7
Tours de Francia consecutivos,(por cierto su apellido quiere decir “brazo
fuerte”) no hubiera reunido la fuerza necesaria para superar un terrible cáncer de testículos a los 25 años
que se extendió como un Conquistador en pulmones y cerebro habría muerto. Y ni
el mejor médico, oncólogo o cirujano del mundo le habrían salvado. No sobrevivió
por la medicina, su esperanza y positividad lograron darle la razón a ese
fantástico término llamado “FE”.
Leí hace unos años una entrevista
con el cirujano que le operó, dijo lo siguiente: “Le dije a Lance que tenía un
40% de posibilidades de vivir, le mentí, sólo quería darle esperanzas porque
podía ver que su vida pendía de ellas. En realidad nunca he visto a nadie
sobrevivir a una metástasis múltiple como la que sufrió él.”
El alma, el corazón, la fuerza
interior y la mente dominan nuestro vano envoltorio. Si siento que puedo lograr
algo, es que puedo hacerlo. Si vosotros deseáis algo con la suficiente fuerza y
deseo, podéis empezar a darlo por hecho. No existe un deseo fuerte sin una gran
disposición al esfuerzo para conseguirlo. Si alguna vez no habéis puesto el
esfuerzo necesario en algo, es porque seguramente, no lo deseabais con la
suficiente vehemencia.
Ya queda menos para que termine el
frío, queda mucho pero un día menos.
“La risa
es el Sol que ahuyenta el Invierno de los rostros de las personas”
-Victor
Hugo
Sonreíd
por favor.
Aunque no seáis inglés. El idioma del amor es universal, y este vídeo rebosa de amor.
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