Leí una vez a un escritor decir que no
había necesidad, por grande que pareciera, que justificara inventar una excusa:
"Tus amigos no las necesitan y tus
enemigos no las van a creer de todas maneras, entonces para que darlas."
Sólo hay algo peor, darse una excusa a
uno mismo.
Ahora que la ola de frío nos dejará una
blanca tarjeta de visita, veo venir otra ola, la de las excusas.
“Es que hace mucho frío para ir al
gimnasio.”
“Es que en casa se está mejor.”
“Es que me puedo constipar.”
“Es que puedo patinar y caerme en la
calle.”
“Es que ese copo de nieve malvado va
derecho a mi ojo y podría quemarme la córnea.”
Vaya, y todas parecen buenas, ¿verdad?
Una excusa es una conversación con nuestra mente en la que simplemente estamos
deseando rendirnos.
Abdicar ante la excusa es como escupir
hacia arriba, un tiro en el pie, un beso en el espejo.
Sólo vosotros tenéis la capacidad para
renunciar a ellas, para sobreponer vuestra capacidad de acción y vuestra fuerza
de voluntad. No esperéis que un discurso motivador haga milagros, no. Sería
como dar capas de pintura sobre un coche oxidado.
No hay nada peor que la auto-rendición
por naturaleza. Muchas veces he oído decir “Yo soy así, no puedo controlarlo ni
hacer anda al respecto.” Qué rabia, qué mentira. La excusa es cómoda y ofrece
una calidez helada. Falsa.
Cada vez que abráis el paraguas de la
comodidad estaréis perdiendo lo más preciado de la vida, el tiempo. Cada día
que no actuéis será un día menos en la búsqueda de la felicidad absoluta. Y no
sólo hablo de la consecución del físico de vuestros sueños, va más allá, hablo
de la vida y de todas las cosas que valen la pena. Porque debéis tenerlo claro,
las cosas realmente importantes de la vida requieren un gran esfuerzo, para conseguirlas,
y sobre todo, para mantenerlas.
Un helado abrazo.
Joan Gallardo. Fuerza, Motivación e Inconformismo.
"Come on now, you knew you were lost,
but you carried on, anyway"
"Vamos, sabías que estabas perdido,
pero seguiste adelante de todas formas"
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