Entonces te quedas con tu caña vacía y piensas en el pez que ya no tienes, en lo que te habías esforzado, la suerte que habías tenido y finalmente en las lombrices que te quedan en el húmedo serrín de la cajetilla.
Ninguna te parece mejor que el pez que ya tenías sujeto entre los dedos. Algunos se irían a casa, algunos volverían a tirar la caña y otros simplemente se quedan sentados mirando el mar a ver si el pescado huidizo vuelve a asomar la cabeza, como si lanzarse hacia el mar a buscarlo fuese una opción válida.
Tú que lees ahora lo ves claro: a seguir pescando, ¿no?. Pues muchos no lo ven así cuando hablamos de la vida. Y, amigo, te digo yo que la vida es así. Pase lo que pase siempre tienes caminos, opciones llenas de matices para ir a por ellas. Y quizás debería tranquilizarte el hecho de que, al final, no importa lo bueno que te pareciera lo que ya tenías, porque si no tenía que ser tuyo... simplemente no valía la pena estrujarlo tanto.
Joan Gallardo. Fuerza, Motivación e Inconformismo.